Birgitta de Suecia, una de las cuatro hermanas del rey Carlos Gustavo, falleció este pasado miércoles a los 87 años en Mallorca, el “reino” donde se estableció en los años noventa. Su vida, descrita por su propio hermano como “pintoresca”, fue notable porque siendo la única de las hermanas que se casó con un hombre de estatus principesco terminó siendo la que más alejada estaba de las costumbres reales. A lo largo de su vida, Birgitta de Suecia descubrió que se sentía más cómoda en la isla balear, disfrutando del golf y del sol, que viviendo en Estocolmo para cumplir con unos deberes reales que fueron disminuyendo, como suele suceder en las familias reales, cuando su hermano, el rey, formó su propia familia. Su decisión de vivir libremente le valió el apodo de la “princesa de la fiesta” y su ausencia en momentos familiares o institucionales destacados le otorgó cierta fama de verso suelto. Sin embargo, lo que Birgitta de Suecia logró ser es, sobre todo, libre.
“He crecido conmigo misma y me he formado mi propia opinión. No escucho mucho a la gente. A medida que envejeces, te vuelves más seguro y más feliz. Te atreves a decir lo que piensas y muestras tu verdadero yo. No me arrepiento de nada de lo que he hecho”, explicó la princesa Birgitta durante una entrevista a una cadena de radio de su país. En ese momento, la princesa había faltado a uno de los bautizos reales y también al 75 cumpleaños de la Reina Silvia, lo que provocó que algunos medios suecos criticaran su ausencia, señalando que “se preocupaba más de fumar y tomar el sol que de cumplir con los deberes reales”. Sin embargo, nadie recordó que Birgitta, al igual que sus hermanas, vivió durante años para apoyar al futuro rey.
Birgitta tenía diez años cuando murió su padre, y siempre arrastró esa pena, mientras que su único hermano, el futuro rey Carlos Gustavo, tenía solo un año
Hay que recordar que el rey Carlos Gustavo de Suecia, al igual que sus cuatro hermanas mayores, nació en una cuna de oro -esto es, literal en la dinastía Bernadotte-, pero tuvo una infancia complicada por la muerte de su padre. El príncipe Gustavo Adolfo murió de forma prematura sin llegar a ocupar el trono, dejando una mujer que no era demasiado popular por su origen alemán, la princesa Sibila, y cinco hijos muy pequeños. Birgitta tenía diez años cuando ocurrió esta tragedia, y siempre arrastró esa pena, mientras que su único hermano, el futuro rey Carlos Gustavo, tenía solo un año.
Los cinco hijos del príncipe fallecido atrajeron una atención nunca vista en la Familia Real sueca
La tragedia, unida a la popularidad que adquirió el reinado de su abuelo, el rey Gustavo VI, que tenía como heredero a un niño, convirtió a su generación en auténticas celebridades con un nombre propio, las Hagasessor, o princesas de Haga, por el castillo en el condado de Solna (Estocolmo) donde vivía la familia. “No entiendo que haya significado tanto para Suecia. Entonces éramos como pequeños ídolos para el pueblo sueco, muchos de ellos llevaban nuestro nombre”, recordó en el año 2023 en una de sus últimas entrevistas, concedida al medio sueco Expressen, que contó que la princesa estaba respondiendo las preguntas sin quitar los ojos de encima al torneo de tenis, un Roland Garros, que se estaba retransmitiendo en ese momento. “Perdona, pero este es mi pasatiempo favorito”, dijo la princesa al tiempo que conectaba con una adolescencia en la que ella y sus hermanas, las princesas Margarita, Désirée y Christina, recibían muchas atenciones, en parte porque su padre había comprendido la importancia de que la prensa de la época entrara en sus vidas para que formaran parte de la vida pública de Suecia, algo que ahora es habitual, pero que se puso en marcha en esa época.
Las fotos de entonces recrean la vida de cinco princesas -la madre viuda y sus cuatro hijas- en torno al pequeño príncipe, un niño que posa rodeado de mujeres que le miran mientras él se lee el periódico, un príncipe que creció con la idea de que era el hombre de la familia y el futuro de su dinastía, como así fue, ya que el rey Carlos Gustavo tiene 78 años y lleva más de medio siglo reinando. En ese escenario, sus hermanas formaron una parte muy activa de la institución, acudiendo a las mismas citas con las que hoy cumplen las princesas Victoria, Magdalena y Sofía de Suecia, sin olvidar que lo más importante era la preparación y consolidación del futuro rey.
En sus ratos libres, la princesa Birgitta disfrutaba del deporte. Desde niña empezó a jugar al tenis y con el tiempo se aficionó al esgrima, hasta el punto de convertirse en campeona nacional y formarse como directora de gimnasia en lo que hoy es la Universidad de Gimnasia y Deportes. Fue allí donde conoció a Sven Tumba, una estrella del deporte nacional. Él era uno de los jugadores de hockey sobre hielo más destacados y también representó a Suecia en fútbol y golf. Se enamoraron perdidamente y se convirtieron en la pareja del momento. Su romance terminó al año, pero siempre recordaron con cariño esa relación y la princesa se hizo amiga de la mujer con la que se casó el deportista, que falleció en el año 2011. “Birgitta era el sueño de todo hombre”, escribió Tumba en sus memorias, mientras que ella lo describió como su “símbolo de libertad fuera de los muros del castillo”.
En el otoño de 1959, la princesa se trasladó a Múnich, Alemania, para estudiar alemán. Allí conoció al príncipe e historiador del arte alemán Johann Georg von Hohenzollern-Sigmaringen, conocido como “Hansi” y que falleció en el 2016. Se casaron por lo civil el 25 de mayo de 1961 en el Rikssalen del Palacio Real y el 30 de mayo se casaron católicamente en Sigmaringen, Alemania. Birgitta llevó la tiara familiar de camafeos, una pieza que después quedó reservada para las reinas y por eso la usaron tanto la Reina Silvia como la princesa Victoria para su boda. Si por nacimiento Birgitta era princesa sueca y Alteza Real, por matrimonio se convirtió en princesa de Hohenzollern y Alteza Serenísima.
En los años 90 su matrimonio hizo aguas y la princesa Birgitta descubrió Mallorca
La pareja se instaló en Múnich y tuvo tres hijos, Carl Christian (1962), Désirée (1963) y Hubertus (1966). Durante estos años, la princesa hizo algunos trabajos como modelo fotográfica, montó una tienda de ropa y publicó algunos programas de ejercicios. Hay que señalar, sobre este periodo de su vida, que los obituarios que ahora se publican sobre ella en Suecia recuerdan que durante unos años las hermanas del rey fueron, además de ídolos, un modelo para unas generaciones de mujeres que estaban deseando explorar nuevos caminos y ser más libres. En torno a los años noventa, el matrimonio optó por seguir cada uno por su lado y fue entonces cuando la princesa Birgitta descubrió Mallorca, una isla que la acogió bien y de la que se convirtió en una gran embajadora. “Estoy encantada de hablar bien de la isla en mi país, en correspondencia a lo bien que me tratan los mallorquines en Mallorca”, explicó en una ocasión al diario mallorquín Última Hora.
Birgitta de Suecia se estableció en la zona de Santa Ponça, donde llevaba una vida tranquila, discreta y centrada en la práctica del golf, llegando a tener un torneo que lleva su nombre. Fue en esa residencia donde recibió a las cámaras de Sveriges Television, la cadena pública sueca, para un documental que se estrenó en 2022, en el que repasaba su vida con el cineasta Jens Lind. La hermana del rey, con un archivo audiovisual fabuloso, hablaba de su infancia, de la trágica muerte de su padre, de su sueño de ganar el oro olímpico, del matrimonio que la convirtió en doble princesa, de los titulares del escándalo, del futuro de la monarquía y de su admiración por la familia de su hermano y su dedicación al trono sueco. Especialmente llamativo es que Birgitta recibía a las cámaras con una total naturalidad y en un momento de la entrevista se levantaba para barrer unas hojas que habían caído en la terraza. La princesa mostró entonces cómo era su casa en Mallorca, repleta de fotos de sus hermanos, y no ocultaba que al final de su vida lo que más echaba de menos era el principio, esa infancia en la que los cinco hermanos estaban siempre juntos. Una paradoja para la princesa que fue tachada de verso suelto. El pasado 14 de octubre acudió al bautizo de su bisnieto, Constantin Leopold, en la catedral de Mallorca, una cita familiar a la que también asistió su sobrina, la princesa heredera Victoria de Suecia.
En las horas que han seguido a su muerte, después de que su hermano, el rey Carlos Gustavo, confirmara su fallecimiento a través de un comunicado, muchos se preguntan si la princesa Birgitta -que según su entorno en la isla murió tras una caída- cumplió sus sueños. Desde fuera parece que sí, que tuvo una vida privilegiada e interesante. Lo que sí ha querido confirmar la portavoz de la Corte Real sueca, Margareta Thorgren, es que los cinco hermanos estuvieron todos juntos por última vez el pasado verano, y es que era uno de sus sueños recurrentes. “Somos todos muy viejos, no sé cuándo nos volveremos a ver”, dijo la princesa en la última entrevista que concedió a Expressen, donde volvió a añorar su niñez. “Nos lo pasamos genial y todos nos mimaron, fue simplemente increíble. Me refiero a nuestro tiempo en Haga. Creo que mientras papá estuvo vivo, ese fue el momento más importante para nosotros. Son tengo recuerdos agradables”. Birgitta de Suecia será enterrada en el cementerio real del parque Hagaparken, al norte de Estocolmo, según un comunicado oficial.