El Emir de Catar, uno de los hombres más ricos del mundo y volcado en elevar el perfil de su país a nivel internacional, aterrizó este martes en Londres para una visita de Estado de dos días. Invitado por el Rey Carlos III y a petición del Ministerio de Exteriores británico, la capital del Reino Unido desplegó toda la pompa y ceremonial propio de los Windsor, brindando al mandatario árabe un banquete de Estado para discutir temas de interés mutuo, incluyendo inversiones y relaciones diplomáticas. Esa cena de máxima relevancia institucional contó con dos invitados que nunca habían participado en una cita de estas características: David y Victoria Beckham. El matrimonio formado por el futbolista y la Spice Girl, quienes con el tiempo han sido muchas cosas más, han dado así un paso más en un ascenso que comenzó a finales de los noventa y que los sitúa muy cerca de la realeza británica. Una alianza conveniente para ambos, que muestra la influencia alcanzada por una de las parejas con más éxito de la historia británica.
La sorpresa fue máxima cuando en el desfile de invitados que hicieron su entrada en el salón de banquetes del Palacio de Buckingham aparecieron David y Victoria Beckham: sobrios, discretos y elegantes. Su expresión era de no creérselo demasiado, su paso algo dubitativo y su entrada en el salón bastante tierna, propia de un principiante en busca de una cara amiga. Sin embargo, Beckham ha sabido aprovechar cada oportunidad. Son los Beckham de ahora, con una imagen totalmente distinta a la que tenían cuando se casaron en 1999 en una boda tan kitsch que marcó su estilo propio y que fue abiertamente inspirada en la realeza, desde el castillo hasta la tiara, sin olvidar los tronos que encargaron para la ocasión y que, cuenta la leyenda, no gustaron nada a Isabel II ni al Duque de Edimburgo.
Ahora los Beckham son otros: ella se ha convertido en una de las grandes diseñadoras del Reino Unido y él extiende sus negocios, inversiones e influencia por todo el planeta. En este caso, David Beckham fue invitado por su rol como embajador de la Copa Mundial de Catar 2022 y su presencia, junto a dignatarios y miembros de la realeza, subraya el prestigio que ha alcanzado a lo largo de una carrera que ya está fuera de toda duda. Y si añadimos la variable de que el exfutbolista, que ahora comparte mesa y mantel con la élite, es de origen humilde, lo suyo tiene tintes de leyenda.
Analizando las últimas tres décadas, es evidente que los Beckham y los Windsor, por muy loco que suene, han andado juntos buena parte del camino: se han apoyado mutuamente, se han socorrido y se han elevado, sabiendo que son un emblema nacional y dos de las marcas británicas que más éxito tienen a nivel global.
Carlos III necesitaba un poco de ‘girl power’ y las Spice se lo dieron
Carlos III, pionero en absolutamente todo, fue el primero en darse cuenta de que dejarse ver con las Spice Girls podía ser bueno para su imagen. Entonces el príncipe de Gales tenía su popularidad totalmente hundida por la muerte de Diana de Gales y la banda de pop británica, compuesta por cinco mujeres que cantaban sobre el empoderamiento femenino, estaba en lo más alto. Carlos III entonces necesitaba un poco de “girl power” y ellas se lo dieron. Así se fraguó un viaje a Sudáfrica en el que el príncipe Carlos y su hijo Harry se encontraron con las Spice Girls y con Nelson Mandela en una misma foto. Era 1997, el mismo año en el que comenzaba la relación entre la “spice pija” y el jugador del Manchester United y la selección inglesa.
El año siguiente estuvo marcado por el amargo episodio del Mundial de 1998, cuando David Beckham fue expulsado en un partido de la selección británica y eso le valió una caída tan estrepitosa como había sido su meteórico ascenso. El futbolista se enfrentó a un acoso desorbitado y se convirtió en el villano nacional. En su documental, estrenado en Netflix el pasado año, David Beckham muestra que todavía sangra por esa herida y cuenta que lo superó gracias a la familia que estaba formando en ese momento con Victoria. Su primer hijo, Brooklyn, nació en 1999 y ese mismo año celebraron una boda que se convirtió en un evento publicitario a nivel mundial.
En este momento, y para disgusto de Isabel II, el camino de los Beckham vuelve a chocar con el de los Windsor y no solo porque su boda estuviera repleta de guiños a la realeza, sino también porque el enlace de los Beckham generó mucho más interés que la boda real de ese año, la que celebró días antes el hijo pequeño de Isabel II, el príncipe Eduardo, con la relacionista pública Sophie Rhys-Jones. Por si fuera poco, según declaró entonces el publicista de las Spice Girls, el aluvión de felicitaciones que los fans querían hacer llegar a la pareja de moda terminaron por error del servicio postal en la residencia oficial de la soberana británica y no en la casa de la pareja: “Recibimos una queja del Palacio de Buckingham diciendo que seguían recibiendo cartas dirigidas a David y Victoria en el ‘Palacio de Beckingham’”. Lo que nunca ha trascendido es si estas anécdotas sucedieron de verdad o fueron parte del relato del publicista que colaboró en este ascenso.
En 2003, David Beckham, capitán de la selección inglesa, fue honrado con la Orden del Imperio Británico. Esta distinción de la orden de caballería marcó un cambio en su imagen pública: se convirtió en Sir y dejó de ser visto como el villano del mundial del 98 para ser aceptado nuevamente por los británicos. Aunque en ese momento aún no había una relación estrecha entre Beckham y la familia real, el tiempo, el legado de la princesa Diana y la popularidad del fútbol empezaron a cambiar las cosas. Diana había fomentado el interés de sus hijos, los príncipes Guillermo y Harry, en el fútbol, en lugar del tradicional polo, para conectarlos más con el pueblo.
Para el año 2010, Beckham jugaba en Los Ángeles y los príncipes Guillermo y Harry lo vieron como un aliado estratégico en su esfuerzo por traer la Copa del Mundo al Reino Unido, reuniéndose con la FIFA. Esta colaboración fortaleció la relación entre Beckham y la realeza, y en 2011, Guillermo invitó a David a su boda con Kate Middleton, destacando el inicio de una relación que no ha parado de estrecharse con gestos por ambas partes. No hay que olvidar que, si bien fue el príncipe Guillermo el que sentó las bases de este acercamiento de David Beckham a la realeza, a cambio, el actual príncipe de Gales ha podido contar con el futbolista para todo tipo de proyectos, dentro y fuera del Reino Unido. Esto es relevante, ya que en determinados lugares y momentos, David Beckham era más conocido o tenía más tirón que el propio Guillermo y el futbolista nunca dudó en proyectar su foco hacia él, un gesto que se ha repetido en numerosas ocasiones, especialmente en los viajes de Guillermo a los Estados Unidos.
La boda de los príncipes de Gales fue solo el comienzo. Tras este evento, Harper Beckham celebró su cumpleaños en el interior del Palacio de Buckingham y los Beckham también fueron invitados a la boda del Príncipe Harry y Meghan Markle. De forma paralela y mientras continuaba con su larga lista de negocios e inversiones internacionales, David Beckham se prestaba para todo tipo de compromisos de la realeza relacionados con la juventud, el deporte o la Commonwealth, actuando como anfitrión en varios eventos. Además, el exfutbolista siempre se ha mostrado como un patriota dispuesto a colaborar con todas las iniciativas que fueran buenas para el Reino Unido y demostró su lealtad y respeto a Isabel II hasta el final, siendo uno de los rostros conocidos que hizo hasta doce horas de cola para poder rendirle respetos y, como un ciudadano de a pie, se postró ante su féretro en el Hall de Westminster. Por su parte, Victoria Beckham tampoco se quedó atrás ya que recibió su distinción como miembro de la Orden del Imperio Británico en el año 2017. “Estoy orgullosa de ser británica. Si sueñas a lo grande y trabajas duro, puedes lograr grandes cosas”, dijo tras recibir la condecoración de manos del príncipe Guillermo.
Con el cambio de reinado, la relación entre los Beckham y los Windsor se ha estrechado todavía más, hasta el punto de que hay quien, como Brooklyn Beckham, habla de amistad, una palabra que se suele medir cuando se habla de la realeza. David Beckham fue nombrado embajador de la Fundación del Rey Carlos III, lo que refuerza su relación con el actual monarca, que lo ha invitado a la residencia campestre de Highgrove, donde intercambian consejos sobre apicultura y otras prácticas sostenibles. Curiosamente, en este momento de sus vidas, las aficiones del rey de 76 años y del exfutbolista de 49 se parecen bastante: les gusta estar al aire libre, cuidando del huerto y de las gallinas.
También el príncipe de Gales ha encontrado en David Beckham al “socio” perfecto. Beckham ha respaldado el Premio Earthshot, el ambicioso proyecto ambiental del heredero, y fue una de las estrellas que viajó a Nueva York para estar presente en el Earthshot del año pasado. Más sorprendente fue la presencia de Beckham en la última inauguración de helicópteros de salvamento de la Royal Air Force, lo que demuestra que la colaboración entre los dos ya empieza a ser algo habitual. Hace unas semanas, el Daily Mail publicó que el príncipe fichó en su equipo a la que fue jefa de relaciones públicas de Beckham, Victoria Shires. Algo que sirvió para hacerse una idea de los nuevos pasos del heredero y del enfoque que quiere darle a su figura.
David Beckham entró en un mundo que le era totalmente ajeno con naturalidad
Por último, hay un factor que no conviene desdeñar: David Beckham no solo ha entrado en un mundo que le era totalmente ajeno e inesperado para un chico de un suburbio del este de Londres, sino que además lo ha hecho con naturalidad. Futbolistas que triunfan hay muchos, pero que terminan en el círculo de la realeza no tantos; sin embargo, Beckham ha conseguido hablar su mismo idioma. Sabe cuál es su lugar y qué prima la discreción, la lealtad y el respeto. Nunca brilla demasiado, nunca ocupa demasiado y nunca habla demasiado. Confesó que casi se cae de espaldas cuando recibió la invitación de boda de los príncipes de Gales y se rió de sí mismo cuando le avisaron a la entrada de la Abadía de Westminster de que se había puesto la condecoración de Isabel II en la solapa equivocada.
Su presencia en el banquete de Estado es solo un peldaño más en esta historia. Su ascenso desde los campos de fútbol y los escenarios pop hasta los majestuosos salones del Palacio de Buckingham solo refleja su evolución personal y profesional, si no también su capacidad para influir y adaptarse al cambio. En un escenario donde la tradición y la modernidad se entrelazan por pura supervivencia, los Beckham escriben un nuevo capítulo de una fascinante historia que puede ir más allá, ya que su presencia ha alimentado las especulaciones de que pronto será nombrado caballero una distinción de mayor rango que la que le concedió Isabel II en el año 2003.